domingo, 10 de febrero de 2013

Ajedrez ¿Por qué no ellas?




Por Eyleen Ríos López
Especial para la AIN

Muchas mujeres han inscrito su nombre en la historia del ajedrez mundial, pero pocas accedieron a una élite masculina cualitativamente superior.

En la singular lista ocupa especial lugar la ex soviética Vera Menchik, primera campeona mundial, en 1927, quien inició el camino de los enfrentamientos con los maestros de su época y derrotó a varios.

Otro genio, el cubano José Raúl Capablanca, dijo de ella: «Es la única mujer que juega como los hombres», afirmación que además de exaltar el calibre de Vera ponía de manifiesto la marcada diferencia existente desde la aparición del ajedrez en cuanto a varones y féminas.

Aunque desde entonces las mujeres avanzaron mucho y hasta lograron romper el dominio absoluto de los hombres en la cúspide universal, el fenómeno sigue de manifiesto y todavía genera infinidad de criterios entre los estudiosos del tema.

Psicólogos han basado sus investigaciones en los procesos de la mente, factor dominante del juego ciencia, y las conclusiones no arrojan diferencias significativas en la capacidad de inteligencia de uno y otro sexo.

Tales análisis solo dictaminaron mayor disposición de los varones para las matemáticas y la coordinación de los movimientos corporales, y más habilidad verbal y destreza manual de ellas.

La agresividad, factor estrechamente vinculado al carácter competitivo de este deporte, sí presenta diferencias sustanciales, pues son ellos quienes llevan la mejor parte, en vínculo con una superior cantidad de la hormona testosterona. En el ajedrez este indicador se hace palpable, pues más que una prueba de inteligencia, resulta un examen de talento, creatividad y conocimiento. Es una lucha prolongada de voluntades, del deseo tenaz de hacer vencer el intelecto.

Según las experiencias de muchos entrenadores, la actitud competitiva distingue a las niñas de los niños. Estos últimos son más ambiciosos, serios y comprometidos con el triunfo.



Otros conocedores esgrimen entre las principales causas de tal distinción el rezago de la mujer en el proceso histórico social, y plantean que solo cuando ella alcance una paridad en este indicador habrá rendimientos similares.

Lo cierto es que aún no se ha dicho la última palabra en tal sentido, y solo la húngara Judit Polgar figura entre los primeros veinte del ranking mundial, a manera de intrusa en un mundillo de hombres.

Con 2722 puntos ELO convertidos en sueño inalcanzable para la mayoría de las mujeres, la magiar ocupa el lugar 11 sin distinción de sexos, es habitual en buena parte de los supertorneos de hoy, y hasta se burló de la lógica al derrotar a no pocos encumbrados. (AIN)


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