martes, 16 de abril de 2013

Mi propuesta semántica para favorecer la presencia de la mujer en el ajedrez


Hace años ya publiqué distintos textos dirigidos a dignificar la realidad de la mujer en el mundo del Ajedrez. Al margen de las distintas iniciativas que cada vez se toman más en serio a esa mitad de la población que hasta hace bien poco ni se la tenía en consideración estamental y mucho menos relevancia deportiva, creo sinceramente que todas ellas están avocadas al fracaso si antes o a la par, no modificamos un aspecto que parece irrelevante, cuando sin embargo, puede constituir uno de los problemas que la mentalidad femenina ha de sortear para interesarse por la práctica de tan noble juego como es el Ajedrez. Me estoy refiriendo al machismo explícito que supone denominar “Rey” a la pieza más valiosa, quedando la Dama relegada a un lugar secundario.

La solución a esta particular cuestión, ya la ofrecí hace dos décadas, si bien ni yo mismo estaba lo suficientemente convencido como para tomarme la molestia de hacerlo por escrito, publicarla, huelga decir ponerla en práctica. Pero hoy es el día – me he estado reservando para comunicarlo este 8 de Marzo – que puedo mantener, que una ligera modificación semántica a este respecto, cosecha profundos cambios positivos de actitud y de perspectiva en el alumnado femenino, dado que me he tomado la molestia de trabajarlo en mis propias clases observando sus directas consecuencias.

Durante un tiempo, probé tímidamente con el sucedáneo de hablar de la Dama como la pieza más fuerte del tablero. Pero los chicos, algo dolidos con esta definición – prueba suficiente de que el asunto no es baladí ni pasa desapercibido en el caso contrario – rápidamente deslucían mi estrategia explicitando que ¡el Rey es el más importante! Y qué quieren que les diga…las chicas, pueden ser chicas, pero tienen muy claro que prefieren ser importantes a fuertes, tanto cuanto sus padres desean oír a las visitas decir que sus hijas son guapas, antes que el lamentable ¡Ay! ¡Que niña más…simpática!

Finalmente, en mis clases de la Escuela Municipal de Bilbao, decidí tomarme en serio a mi mismo y empecé a proponer a todos llamar a la figura que va de pasito en pasito y a la que hay que decir ¡Jaque! “Rey” cuando quien conduce las piezas es un chico y “Reina” cuando al frente de las piezas se halla una chica. Y otro tanto tratándose de esa otra pieza que mueve cuanto quiere como alfil y torre a la que se le puede llamar Ministro o Ministra si es movida por un chico o una chica respectivamente. Y la verdad es que la propuesta tiene buena acogida y funcionaría mejor de lo que lo hace, si el entorno acompañara, pues si es difícil romper con la tradición de siglos que no ha podido doblegar la presencia en la historia de figuras tan importantes como una Leonor de Aquitania, de una Isabel “La Católica”, ni una Catalina “La Grande”, más aun si vamos contracorriente.

De ahí, esta mía decisión de invitaros a todos desde aquí a denominar desde ahora, “Rey o Reina” a la figura que se dice ¡Jaque! y “Ministro o Ministra” a la pieza que mueve a la vez como torre y alfil que actualmente decimos Dama. Para que la iniciativa cunda, tengo intención de dirigir este escrito en un lenguaje algo más farragoso y aderezado por intrincados términos leguleyos a las Federaciones Vizcaína, Vasca y Española, empresa que espero reciba todo vuestro apoyo para que pueda salir adelante con o sin el apoyo de la RAE.

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